martes, 29 de diciembre de 2009

Final del año...

LILAS DEL TIEMPO
SALVADOR DALÍ

Ni el pormenor simbólico
de reemplazar un tres (
un nueve) por un dos (un diez)
ni esa metáfora baldía
que convoca un lapso que muere y otro que surge
ni el cumplimiento de un proceso astronómico
aturden y socavan
la altiplanicie de esta noche
y nos obligan a esperar
las doce irreparables campanadas.
La causa verdadera
es la sospecha general y borrosa
del enigma del Tiempo;
es el asombro ante el milagro
de que a despecho de infinitos azares,
de que a despecho de que somos
las gotas del río de Heráclito,
perdure algo en nosotros:
inmóvil.

Final del año, Jorge Luis Borges



Amigos míos:
Deseo que perdure en ustedes aquello que los hace fuertes para ponerle el pecho a los días, con optimismo, con ganas, a pesar de…esas preocupaciones y pesares que siempre existen. Que les perduren las alas, firmes para volar hacia sus sueños, y resistentes para soportar los temporales. Que les perdure la sabiduría, para descubrir esas pequeñas cosas que nos dan felicidad y regocijarse en ellas.
Recuerden siempre lo que dice mi Nano: Hoy puede ser un gran día…aunque también depende en parte de ti.

Un abrazo graaaaande a todos. Que sean felices!!!


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Hoy es un gran día para mí…y con ustedes, que siempre me acompañan, quiero compartir mi felicidad. ¿Me siguen?

sábado, 26 de diciembre de 2009

Espejito, espejito...


Pablo, en su espacio Fotos de las Islas y Fauna del Paraná y Santiago del Río, en Río Paraná, capturan magníficamente la belleza de las islas de nuestro delta. Belleza que, año tras año, la mano destructora del hombre no duda en hacer devorar por el fuego. Cualquier motivo resulta mezquino, innecesario y deplorable cuando el costo es devastar la naturaleza, pródiga naturaleza que estos amigos muestran en todo su esplendor. Gracias por esta fecunda tarea haciéndonos conocer la riqueza de la que todos somos poseedores…porque conociéndola la amaremos, y amándola la cuidaremos.


En la entrada anterior, Pablo me dijo en su comentario: “Espejito también visita las flores de nuestras islas, donde el maracuyá no es común pero suele aparecer en las tierras altas.Te envío por correo unas fotos de la bella espejito que pude fotografiar en uno de mis safaris isleños, es para que las utilices sin pagar derechos de autor”







Cuenta mi maracuyá que está un poco celosa viendo coquetear a la espejito con la flor de cardo, y ahí está...remolona en florecer. Digo yo que se está preparando para aparecer bien bonita y así preguntar: Espejito, espejito, ¿quién es la más bella?
Pero mire usted, ¡qué vanidosa!!! Si es hermosa también la flor de cardo ¿no?


Gracias Pablo por tu regalo y por tu generosidad que me permite compartirlo con los amigos!!!

lunes, 21 de diciembre de 2009

Me podés maracuyá, pero cómo te quiero!!!

Siempre le hablo.
A veces con la suavidad que me infunde el agradecimiento:


- ¡Cuántas mariposas!!! ¿No te cansás de alimentarlas? Mirá cómo tenés las hojas, todas llenas de agujeritos. Parece que no, porque vos seguís y seguís estirando lacitos para extenderte y darle cabida a los huevos y bocado a las orugas. Ojalá pudieras verme los ojos encendidos en ese vuelo anaranjado y plata, entonces sabrías cuánto me premiás por tenerte en casa.

Otras veces la regaño:

-Tenés que controlarte. Éste es tu hogar, basta ya de ir de los vecinos, no estás autorizada. Mirá que cuando les pique alguna abeja, no se van a acordar de las mariposas y sí de las tijeras.

Pero ella es ingobernable. A mí me gusta que sea así. Le reconozco esa indómita fortaleza que le da su savia impregnada de sangre guaraní, penetrando, entregándose en zarcillos que en un segundo se aferran con triple vuelta a los tallos de las otras plantas, a los alambres de mi balcón –y de los ajenos. Si no hubiese llegado a tiempo, el helecho moría estrangulado. Es tan rápida que cuesta presenciar ese momento de compulsiva invasión…pero cuando podés atraparlo, el asombro te maravilla.

Ayer, el viento fue tan fuerte que, una vez pasada la tormenta, le tuve que regresar algunas orugas mientras le hablaba:


-Es el colmo, maracuyá, ni siquiera tenés corazón para agradecerme con una flor. Una, una, mirá qué poco te pido!!! U-N-A; no diste ninguna este año.

Esta mañana tomé las tijeras y mirándola de soslayo para no arrepentirme, le dije:


- Tenés que entender, es necesario. Sólo serán algunas ramas, las últimas, así encontrarás espacio para seguir creciendo -como si no se lo buscara sola-, no, no, las que tengan orugas no.

Con esa belleza esplendorosa que les da la juventud, las ramas tiernas me pedían clemencia haciendo tambalear la decisión. Entonces, cuando iba a comenzar por la del extremo derecho, toda mi determinación se ahogó en un grito de júbilo:


- Un capullo!!!

MI CAPULLITO DE MARACUYÁ


Miren cómo se enlazan los zarcillos.



Ay, qué alegría me dio ese botoncito verde, lleno de promesas, cargado de certidumbres, porque ahora sé que la maracuyá me escucha. No sé si va a poder comprender lo inevitable, pero prometo ser prudente y además se lo voy a volver a explicar con toda la ternura que me sea posible, pidiéndole perdón por la agresión...lo intentaré mañana, ¿podré?


Si ando perdida estos días, búsquenme ahí. Estaré viendo como las orugas se transforman en mariposas y como se abre la primera flor de mi enredadera.

Mariposas "espejito" del mburucuyá. Se le dice "espejito" por sus manchitas plateadas que brillan al sol.
Fotos tomadas de la página Entomofauna.
Son tan ligeras que escapan de mi cámara


Esto que he contado es real. Sé que puede parecer una insensatez, pero nadie me va a convencer de que el capullo no fue una respuesta...entre mis tantas locuras, ésta es de las que me hacen bien.

jueves, 17 de diciembre de 2009

El jardín de las delicias.

EL RAPTO
BRUNO DI MAIO - Italia

El jardín de las delicias.
Olga Orozco

¿Acaso es nada más que una zona de abismos y volcanes en plena ebullición, predestinada a ciegas para las ceremonias de la especie en esta inexplicable travesía hacia abajo? ¿O tal vez un atajo, una emboscada oscura donde el demonio aspira la inocencia y sella a sangre y fuego su condena en la estirpe del alma?¿ O tan sólo quizás una región marcada como un cruce de encuentro y desencuentro entre dos cuerpos sumisos como soles? No. Ni vivero de la Perpetuación, ni fragua del pecado original, ni trampa del instinto, por más que un solo viento exasperado propague a la vez el humo, la combustión y la ceniza. Ni siquiera un lugar, aunque se precipite el firmamento y haya un cielo que huye, innumerable, como todo instantáneo paraíso.


A solas, sólo un número insensato, un pliegue en las membranas de la ausencia, un relámpago sepultado en un jardín.


Pero basta el deseo, el sobresalto del amor, la sirena del viaje, y entonces es más bien un nudo tenso en torno al haz de todos los sentidos y sus múltiples ramas ramificadas hasta el árbol de la primera tentación, hasta el jardín de las delicias y sus secretas ciencias de extravío que se expanden de pronto de la cabeza hasta los pies igual que una sonrisa, lo mismo que una red de ansiosos filamentos arrancados al rayo, la corriente erizada reptando en busca del exterminio. 0 la salida, escurriéndose adentro, arrastrada por esos sortilegios que son como tentáculos de mar y arrebatan con vértigo indecible hasta el fondo del tacto, hasta el centro sin fin que se desfonda cayendo hacia lo alto, mientras pasa y traspasa esa orgánica noche interrogante de crestas y de hocicos y bocinas, con jadeo de bestia fugitiva, con su flanco azuzado por el látigo del horizonte inalcanzable, con sus ojos abiertos al misterio de la doble tiniebla, derribando con cada sacudida la nebulosa maquinaria del planeta, poniendo en suspensión corolas como labios, esferas como frutos palpitantes, burbujas donde late la espuma de otro mundo, constelaciones extraídas vivas de su prado natal, un éxodo de galaxias semejantes a plumas girando locamente en el gran aluvión, en ese torbellino atronador que ya se precipita por el embudo de la muerte con todo el universo en expansión, con todo el universo en contracción para el parto del cielo, y hace estallar de pronto la redoma y dispersa en la sangre la creación.

El sexo, sí,
más bien una medida:
la mitad del deseo, que es apenas la mitad del amor.

Olga Orozco (1920 - 1999). Poetisa argentina.

viernes, 11 de diciembre de 2009

No sé qué encanto fatal tiene tu nota sentida...

FOTO TOMADA por Maracuyá EN EL RESTAURANTE "PERCAL",
DEL COMPLEJO "CASA DEL TANGO", ROSARIO.

11 DE DICIEMBRE - DÍA DEL TANGO


"...Tango que me hiciste mal
y , sin embargo, te quiero
porque sos el mensajero
del alma del arrabal;
no sé qué encanto fatal
tiene tu nota sentida,
que la mistonga guarida
del corazón se me ensancha,
como pidiéndole cancha
al dolor que hay en mi vida..."

Con nueve años de diferencia, nacieron en 11 de diciembre, Carlos Gardel en 1890 y Julio De Caro en 1899. Rememorando el nacimiento de estos dos grandes de la música ciudadana, se celebra hoy el Día del Tango.
No es momento de biografías, al Zorzal Criollo todo el mundo lo conoce; de Julio De Caro solamente diré que fue un gran músico, compositor y violinista...pero ya vendrá la tanguerita a contarles algunas cosas de De Caro.
Hoy es día para disfrutar de la música entre cortes y quebradas, hoy está en otra la piba. Dice que tiene que festejar y se va para la milonga. Si vieran que pituca se puso, no va a "planchar" seguro, tendrá bailarines toda la noche.
Si sigo escuchando estos tangazos, me pongo los rojos y la acompaño a la pebeta.
Bailamos?

MI DOLOR - ORQUESTA DE JULIO DE CARO Y LA VOZ DE ORLANDO VERRI

Confesión...qué letra!!!

CONFESIÓN - CARLOS GARDEL

domingo, 6 de diciembre de 2009

I - Guazú, "aguas grandes"

VISTA AÉREA DE LA GARGANTA DEL DIABLO
Foto tomada de Internet

Aproximadamente 2000 metros antes de que el Iguazú se encuentre con el Paraná, se rasga su cauce en una inmensa herradura de casi tres kilómetros de longitud y 80 metros de altura. El río se vuelve ancho abriéndose paso entre islas de frondosa vegetación para luego derramarse regalándonos uno de los espectáculos más bellos de la naturaleza.

Dispuestos a disfrutar de tan maravillosa promesa, nos embarcamos en la aventura muy temprano en la mañana. Comenzamos cruzando el río en medio de ese atrapante paisaje de intensos verdes, flores y aguas grandes, donde pensábamos encontrar mosquitos y encontramos mariposas, negras con circunferencias blancas, azules, amarillas, anaranjadas. Entre oh…y oh… no sentimos que hemos andado ya más de dos kilómetros en un día en que la humedad llega a 92% y la temperatura a 42º, cuando nuestros oídos registran un sonido nuevo y los ojos advierten, a poca distancia, una nube que asciende al cielo.


Apuramos el paso y pronto llegamos al cauce principal del Iguazú…allí, donde comienza la falla, donde la fuerza del agua al caer provoca un estruendo que vuelve inaudibles nuestros gritos de alegría, una bruma que no deja ver el fondo donde se precipita y nos baña con una lluvia intensa y refrescante. Estamos sobre la impresionante Garganta del Diablo.



Hay que secar y guardar las cámaras si queremos gotear agua del Iguazú, si pretendemos seguir registrando lo que vendrá, y disponernos a gozar intensamente del momento…pero antes una foto al vuelo de los vencejos. Los vencejos de cascada, anidan en la roca, detrás de la caída de agua , un lugar que resguarda de los depredadores de la selva. Los verán si amplían la foto.

Por favor…¿quién quiere irse de ahíiiiiii?


Sólo el augurio de otros portentos nos arranca del lugar. Nos encontramos del lado argentino, al cual pertenecen 2100 metros de la longitud de la hendidura, advertidos ya que sólo este día deberíamos caminar ocho kilómetros, por pasarelas de media y alta dificultad.


Se dice que en Argentina se está en el escenario de las cataratas y en Brasil, donde iremos al día siguiente, en la platea preferencial…y así es. Esos 8 kilómetros de pasarelas argentinas nos ubican, por el Circuito Superior, al borde mismo en que se originan los saltos, sintiendo como un imán esa fascinación del gran caudal que nos arrastra al despeñarse; y por el Circuito Inferior, en los pies de las caídas, en el corazón de las cascadas, empapándonos, deslumbrándonos.


Arco Iris amplios, intensos, se multiplican encandilando las miradas

Isla San Martín, a la izquierda, escenario de la película La Misión. La isla que enamoró a una querida amiga teruelana.


La exuberancia de la selva invadiendo cada espacio.




Ávidos de Iguazú y de maravillas, no nos resistimos a la aventura de la lancha...


Última foto antes de proteger las cámaras en bolsas especiales. Las cámaras, porque nosotros pronto nos encontramos y por varias veces, en el interior de la catarata, bajo el agua, sintiendo su apabullante energía. Una experiencia para no perderse, imposible de narrar...

¿Cómo se sienten? Nosotros, mis compañeros de viaje y yo, contagiados de todo el vigor de la selva y la potencia del agua...no hay cansancio. Todavía nos quedan ganas, por la noche, de atravesar la frontera para disfrutar de un espectáculo de música latinoamericana...mariachis, tango, gauchos, arpas paraguayas...mulatas y garoooootos. Frontera que volveremos a cruzar al día siguiente para admirar, desde Brasil, la vista panorámica de las Cataratas del Iguazú.

La pasarela brasileña tiene sólo 1200 metros de longitud. En cada recodo nos sorprende, la vida de la selva bulle y las cataratas, vistas desde ahí, son un cuadro del que cuesta apartar los ojos. Sin previo aviso, el sol se oculta; la negrura del cielo que oscurece aún más al bosque, sus atronadoras amenazas junto al sonido de las cascadas y el canto de los pájaros, turban los sentidos.

Nos entregamos a la caladura total, de lluvia de cielo y lluvia de cataratas, sabiendo que esta combinación oculta a las miradas parte del paisaje, pero concientes de que nos está ofreciendo otro, fascinante, inolvidable.



Imposible seguir tomando fotos, las lentes se empapan y no registran...a abrir inmensos los ojos que guardarán aquello para siempre.

Y llega el momento de tomar la ruta de regreso...allá abajo selva y cataratas. Desde el aire, última mirada al Iguazú, a la Garganta del Diablo, a la impresionante exhalación acuosa que emana de ese prodigio.

Agradezco a la queridísima y entrañable compañía que agregó, en cantidades infinitas, magia a la magia.

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Filmando soy un desastre irreversible, pero creo que vale la pena escuchar por un minuto el sonido de las cascadas.


Para ver las fotos de esta entrada, y otras, en mayor tamaño, les sugiero entrar acá y seleccionar la opción Presentación de Diapositivas.
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Por último les quiero contar que las Cataratas del Iguazú han quedado finalistas, entre 28 joyas de la naturaleza, para ser declaradas una de las Siete Maravillas Naturales del mundo. Para eso necesitan de nuestro voto. Yo creo que lo merecen y he votado. Si ustedes piensan igual, aquí pueden hacerlo. Muchas gracias.