domingo, 31 de mayo de 2009

Primera vez. I


I
Su mamá le dijo que tendría que cursar el último mes del cuarto grado, allá, en el pueblo. La muerte de la tía había dejado a la abuela muy triste. Irían a acompañarla.

Le encantó la idea. Era como adelantar las vacaciones. Al pueblo iban todos los años después de Navidad; cuando sus papás volvían a la ciudad, ella se quedaba durante dos meses que se hacían cortos. Y era todo lo que no podía hacer durante el resto del año. El reencuentro y los juegos con los primos, las cabalgatas, las noches donde el cielo multiplicaba estrellas y los cuentos de terror a la luz de las velas cuando los mayores dormían.

A la siesta, no se movían ni las hojas. Todo parecía detenerse en un letargo ardiente. Hasta el polvo de las calles se aquietaba. Era la hora en que ella, en puntas de pie, abandonaba el fresco de los altos cuartos y se iba al terreno de atrás, el que quedaba pasando el gran patio. Más allá todavía del gallinero y de la despensa. Le gustaba esa soledad, esa calma que disfrutaba sentada a la sombra de la tipa gigantesca, embelesada con el aromo en flor y las hojas menudas de la cina-cina. Y así se quedaba horas…quieta como la siesta. De vez en cuando, dejaba su lugar bajo el árbol, para acariciar el tronco de la higuera; el abuelo le había contado que los guaraníes creían que en la higuera habitaba un alma que se quejaba. Pensaba que con sus caricias podía traerle un poco de sosiego a ese espíritu, y se había encariñado con ella.
En eso estaba cuando sintió que la observaban. Entonces lo descubrió. Sólo podía verle la cabeza, sobre el alambrado cubierto de enrededadera donde se había trepado.
- ¿Qué estás haciendo?
- Tranquilizando al fantasma de la higuera – habló sin mirarlo, llena de timidez.
- ¡Qué!- dijo él, mientras saltaba a su lado.
Y le contó de los guaraníes. No supo qué cara ponía, porque todavía no quitaba los ojos del áspero tronco. Hasta que él le preguntó el nombre y se sentaron otra vez bajo la tipa, casi sin hablar.
- ¿Querés unas brevas?
- Hacen mal calientes.
- Las comés después – contestó ya subido a las ramas de la higuera.

Dejando sobre su falda los frutos morados, se fue.
- ¿Mañana venís?
- No sé - dijo ella, confundida por esa quebrada serenidad de la siesta.

Así regresó a la casa. Sin poder explicar de dónde había sacado las brevas, ligándose un reto por no querer decir que no había sido ella quien se subió al árbol.

Y mañana volvió.

Y fue la primera vez que alguien le atrapó una lagartija y la sostuvo entre sus manos, para que le perdiera el miedo. La primera vez que un niño de su edad, la escuchó contar, atento y con los ojos inmensamente abiertos, unas tras otras las leyendas que le relataba el abuelo. Y la primera vez que supo el sabor de las brevas tibias, sin importarle el dolor de panza.
Continuará
Foto tomada por Maracuyá.

domingo, 24 de mayo de 2009

Un cielo Blogger

EL CIELO QUE NOS REGALAMOS
Rosario - 16 de mayo de 2009


...y aquellos seres ideales, que se unieron por afinidad o complementariedad, de pronto se encontraban en rutas distintas y en esas distancias la comunicación era una cuestión de rutinas, de compromisos adquiridos; el olvido del cielo azul que los contenía crea la necesidad de la búsqueda de un cielo que en verdad nunca hemos perdido.



Tantas veces las palabras se desgranaron en un mate virtual, con sabor a naranjas. Tantas veces las palabras separaron los caminos…y sin embargo buscamos otro cielo, el que siempre estuvo, el que nunca habíamos perdido, ni perderemos jamás. El cielo que desplegaban la sinceridad, el cariño y el respeto mutuo. El de las certezas que pintan los sentimientos, el que ya nos cobijaba en el interior y un día se hizo visible ante nuestros ojos, asombrándonos, maravillándonos. Cielo de sol y noches rosarinas, cielo de mate y arreboles junto al Paraná. Cielo testigo de manos acariciando el alma, que reflejó el corazón abierto de Mariel y Miguel. Kafka y El Cairo, se abrazaron en un café, en sonrisas, en recuerdos, con otros amigos compartiendo la alegría durante cinco días inolvidables. Cinco días en que cada instante fue una fiesta.



NERINA, MARIEL, MIGUEL, SUSI Y EL MATE AMARGO, CON CASCARITAS.
UN CALOR DULCE A ORILLAS DEL PARANÁ, EN UN DÍA DE VIENTO HELADO.






Desde siempre y para siempre, gracias. Gracias Mariel, Nerina, Moni, Miguel, Quito, Ricardo y también Blogger, por hacerme sentir que:


De vez en cuando la vida
nos besa en la boca
y a colores se despliega como un atlas,
nos pasea por las calles en volandas,
y nos sentimos en buenas manos;
se hace de nuestra medida,
toma nuestro paso
y saca un conejo de la vieja chistera
y uno es feliz como un niño
cuando sale de la escuela.
De vez en cuando la vida
toma conmigo café
y está tan bonita que da gusto verla.
Se suelta el pelo y me invita
a salir con ella a escena.
De vez en cuando la vida
se nos brinda en cueros
y nos regala un sueño tan escurridizo
que hay que andarlo de puntillas
por no romper el hechizo.
De vez en cuando la vida
afina con el pincel:
se nos eriza la piel
y faltan palabras
para nombrar lo que ofrece
a los que saben usarla.
De vez en cuando la vida
nos gasta una broma
y nos despertamos sin saber qué pasa,
chupando un palo sentados
sobre una calabaza.


Todo fue así, como lo dice el Nano, y mucho más que ninguna palabra podrá expresar.
No piensen que faltó la calabaza, no, no, no. Mariel y Miguel, la trajeron de su jardín…será nuestro mate en el próximo encuentro. Ayyy, espero seguir bien las instrucciones, por las dudas no dejen de cuidar la plantita, amigos cordobeses.










sábado, 9 de mayo de 2009

Plenamente...sin cercos.

PAREJA
XUL SOLAR - Argentina

Como lo prometí, voy a contarles qué pienso sobre los interrogantes que formulé en mi entrada anterior. Tuve dudas, es cierto, pero generadas por las circunstancias del caso que me ocupaba, en el que noto un resentimiento causado por antiguos pesares. No pude decir abiertamente mi opinión a esa persona, porque ¿quién soy yo para frustrar ilusiones de otro? Puedo equivocarme; sé que todos vivimos las cosas de manera diferente y, que en estos casos, de poco sirve la experiencia ajena. Me interesaba conocer el pensamiento de ustedes y, agradezco que lo hayan expresado de manera sincera e interesante.

Creo que las frustraciones en el amor entrañan un padecimiento que lastima el alma. Que esas lesiones pueden ser sanadas, pero no es otro amor el remedio. Para volver a amar, tenemos que haber dejado de amar y de sufrir, porque si no, la herida sangrante será una mancha que malogrará la plenitud de una nueva relación.
Apuesto al amor, a su portento, a todo el riesgo que implica…pero cuando se puede realizar la entrega con candor, sin recelos, con sinceridad…¿hay otra manera de amar?
Los miedos levantan muros, los muros aíslan.
Sé que, a medida que avanzamos en edad y en experiencia, cuesta más lanzarse al querer con ingenuidad, sin barreras, con la convicción de que será único…entiendo que, si no es así, no vale la pena intentarlo. Si hay cercos no habrá confianza y, sin confianza es imposible amar. No hay garantías; ni me parece que debe haberlas; aceptar el desafío debe implicar esperanza, sin objeciones.


Coincido con quienes dijeron que el amor no se busca. Un día, que siempre es mágico, lo sientes. No importa si no lo has querido, no importa si lo has negado, no importa si no quieres aceptarlo…ya es tarde. Por “si las moscas”, les dejo otro poema de Julia, que sobre amores, lo escribió todo.


Cómo decir de pronto:
tómame entre las manos,
no me dejes caer.
Te necesito:
acepta este milagro,
tenemos que aprender a no asombrarnos
de habernos encontrado,
de que la vida pueda estar de pronto
en el silencio o la mirada.
Tenemos que aprender a ser felices,
a no extrañarnos de tener algo nuestro.
Tenemos que aprender
a no temernos,
y a no asustarnos,
y a estar seguros.
Y a no causarnos daño.

COMO DECIR DE PRONTO - Julia Prilutzky

martes, 5 de mayo de 2009

Volver a decir amor...

LAS ROSAS SANGRANTES
Salvador Dalí



CÓMO DECIR, AMOR, EN QUÉ MOMENTO

Julia Prilutzky


Cómo decir, amor, en qué momento
te rompes dulcemente entre las manos,
sin quejas, sin recuerdos, sin arcanos
y tal vez sin temor ni sufrimiento.

Cómo volver a amar, qué sentimiento
de elementos divinos o profanos
puede reverdecer entre desganos,
en la etapa final del desaliento.

Pregunta al corazón por qué no cree,
pregúntale al mirar qué cosas lee,
pregunta al labio cruel por qué no besa,

y te dirán, sin duda, su fatiga
del amor fiel o la pasión mendiga,
su falta de esperanza o de sorpresa.


Te traigo este poema de Julia Prilutzky. Lo he recordado porque una persona muy cercana, me ha estado planteando en estos días, cuestiones sobre el tema de volver a enamorarse después de una gran frustración.
Le he dado mi respuesta. Sin embargo, tengo que reconocer que ha sido sin la convicción que hubiese querido; cargada de dudas.

Me gustaría que vos me cuentes. Los fracasos, ¿fatigan al corazón? ¿Es posible arrancarse los miedos y desecharlos, como si fueran un vestido ajado e inútil? ¿Podemos entregarnos sin recelo, a un amor nuevo…sin que por algún resquicio se filtren intentos de protección al sufrimiento? O, sin quererlo, levantamos barreras, que nos resguarden de otro desencanto?

¿Qué pensás?